Yo sí te creo. ¿Cómo no hacerlo cuando me podría o me puede pasar a mí? Porque yo he salido por la noche, he bebido, he bailado, he hablado con tipos que no conocía y he elegido si quería seguir hablando, coqueteando y hasta cuándo y cómo y hasta aquí. Porque puedo. Porque quiero. Porque me da la gana. Y no, si algo me hubiera sucedido la culpa jamás sería mía, sino del agresor. Yo nunca ‘provocaré’ que me asalten, me acosen, me agredan o me violen.
Yo sí te creo. Porque soy una mujer, como tú. Y cuando le pregunto a hombres que son amigos: ¿Alguna vez has acompañado la puerta del portal cuando vuelves solo de noche a casa? ¿Vas con las llaves en la mano, o con el teléfono? ¿Alguna vez en tu vida has sentido que corres peligro y vas mirando a tu alrededor caminando solo por la calle? ¿Alguna vez aunque sea un trayecto corto has cogido un taxi para no tener que ir andando por la noche? ¿En alguna ocasión el conductor te ha hecho sentir incómodo comentando tu vestimenta o preguntándote dónde vas tan solito a esas horas? ¿Te has cruzado de acera para no tener que pasar delante de un grupo y evitar así, por si acaso, tener que escuchar su opinión sobre tu cuerpo? La respuesta siempre es la misma: no. Yo sí. Y todas las mujeres que conozco también. Así que ¿cómo no creerlas cuando denuncian?
Yo sí te creo porque me puedo poner en tu piel. Cuando tú no eres capaz de hacerlo, o sólo cuando tienes hijas te nace la conciencia te delatas. Ahora es cuando te preocupa que les pueda pasar algo. Y a estas alturas ya has tenido -has debido tener- amigas, compañeras del colegio, del instituto, en el trabajo, por no hablar de tu pareja; te has relacionado con mujeres a lo largo de tu vida y no has sido capaz de mirarlas y empatizar porque tú, que eres un hombre, crees, estás casi convencido y seguramente el tiempo te dará la razón, terminarás siendo un adulto sin que nunca te hayan acosado o violentado sexualmente. Mírate y dime si durante tu vida siempre has considerado a las mujeres como iguales y las has tratado como a tales. Si no has sido cómplice alguna vez por omisión. Mírate bien. Mírate a fondo.
Yo sí te creo porque aunque haya tenido la suerte de no sufrir una violación sí que he tenido que largarme corriendo y a empujones de algún bar, con la piel erizada y el corazón desbocado huyendo de algún energúmeno ante la pasividad general a mi alrededor. Yo sí te creo porque sí que he tenido que sufrir comentarios como “¿qué te pasa, tienes la regla?” cuando me he enfadado con razón ante algún comentario sexista y la contestación ha sido la burla, el “estás exagerando”, el “no es para tanto”. Frases que se te clavan porque van directas y en línea recta hacia tu autoestima, hacia la percepción que tienes de ti misma. Ya sabes: el “estás loca” como respuesta. El “calladita estás más guapa”, el “vaya carácter que tienes”. Frases que te invitan a ser sumisa, dócil, a evitar 'convertirte' en "problemática".
Yo sí te creo porque nunca he visto a tantas mujeres como ahora, gracias a la etiqueta #MeToo o #YoTambién dando un paso adelante y contando públicamente lo que antes hacíamos en voz baja y en la intimidad. O lo que nos hemos callado. O lo que hemos considerado como “normal” cuando en ningún caso debe serlo. Y siento que nos arropamos las unas a las otras más y mejor. Que ya no nos callamos y en los testimonios de todas hay tantos puntos en común, tantas similitudes, que no nos quedan resquicios para las dudas.
Yo sí te creo porque es un hecho que la Fiscalía General presentó en su última memoria de los delitos cometidos en España que no había probado ninguna denuncia falsa por violencia machista en el 2016, año en el que 53 mujeres fueron asesinadas. Te creo porque del 2009 a 2016 se contabilizaron 1.055.912 denuncias por agresiones machistas y sólo hubo 79 casos en los que se probó y se ejecutó una condena por denuncia falsa, una cifra que representa el 0,0075 %.
Yo sí te creo porque sigo leyendo, escuchando y viendo cómo se siguen poniendo en duda las denuncias de algunas mujeres preguntando cómo iban vestidas, cuánto se resistieron, si habían flirteado antes, qué estilo de vida llevaban, si eran promiscuas y sexualmente activas; como si por el hecho de serlo después cuando dices “no” no eres fiable, no eres creíble, porque eres una guarra, una puta. Porque a la mayoría nos han llamado putas en alguna ocasión. Siempre con el puta a cuestas.
Yo sí te creo porque ya son 49 las mujeres asesinadas este año y sigue sin percibirse por la sociedad como un problema de primer orden, una prioridad. Yo sí te creo porque me han dicho que soy una “pesadita” por escribir en esta web en muchas ocasiones sobre mujeres y, sin embargo, en la misma semana he visto como un compañero de la profesión -y bienvenidos sean- ha escrito sobre un mismo hecho en concreto y es entonces cuando adquiere importancia, relevancia, validez. Y no tiene que ver con el léxico, las palabras elegidas, los adjetivos, la sonoridad, el ritmo y la cadencia de lo escrito, sino con que él es un hombre y yo no; así que él no es pesado, ni exagerado. Así que él tiene más credibilidad que yo.
A las que han denunciado ya, a las que se lo están pensando, a las que lamentablemente se plantearán hacerlo en un futuro en algún momento de sus vidas. Que sepáis, que sepas, que en principio, por principios y hasta el final: yo sí te creo.
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