La ira es una espita, una válvula de escape por donde dejar salir nuestras frustraciones y miedos, que son muchos durante estos días, pero mientras unos sólo perciben, ven, se alimentan y revuelcan en el fango que nos rodea otros muchos, la inmensa mayoría, intenta con todas sus fuerzas mantenerse a salvo también mentalmente y centrarse en lo bueno.
Yo veo a todos los que nos estamos quedando en casa, la mayoría, en lugar de a los irresponsables que a pesar de las advertencias y de todo lo que ya saben se saltan el estado de alarma para marcharse a las segundas residencias. Los veo en los balcones todos los días a las ocho y nos saludamos, igual que veo a los que hacen cola en los supermercados manteniendo la distancia de seguridad, a veces cabizbajos, pero resistentes y disciplinados. Veo también a los que se están organizando para ayudar a su comunidad, a los que reparten comida y productos esenciales a colectivos que lo necesitan, a los que fabrican mascarillas para donarlas a los hospitales y las residencias, a los que utilizan a pleno rendimiento en casa sus impresoras 3D para producir gafas y viseras de protección para los médicos y sanitarios, a los que han pegado un cartel en su portal para ofrecerse a ayudar a sus vecinos, a los niños que han pintado mensajes de ánimo con colores vivos y a los padres que los han colgado en los balcones. Y son muchos, son la inmensa mayoría.
También veo en las redes sociales a quien cuelga una foto, un mensaje amable, una broma, una recomendación sobre una peli, una canción. Todo ayuda, todo suma y en los momentos de oscuridad y angustia te proporcionan una muleta a la que agarrarte fuerte. Caer es una opción, una necesaria también, pero el suelo está frío y no es lugar para quedarse demasiado tiempo.
No, no somos ingenuos ni ilusos. Somos conscientes de lo que está pasando y tememos lo que vendrá, pero precisamente por eso es tan necesario rodearnos de risas y de belleza, de vermut con amigos por videoconferencia, de música en las terrazas, de besos lanzados con las manos mirando a la cámara y palabras de aliento. Que quede bien claro: somos la inmensa mayoría.
