Cada vez que escucho que se han hecho importantes avances para la igualdad entre hombres y mujeres me pregunto a qué se refieren, qué datos manejan, cuánta información tienen, qué se habrán fumado. Porque no, no hay nada que celebrar. La brecha salarial ahí sigue, instalada cómodamente, los muros para acceder a puestos de poder persisten, el paro y la precariedad se ceba con nosotras, la violencia sexual no disminuye (solo en Catalunya han aumentado un 19%) y los asesinatos tampoco. Este miércoles dos mujeres más fueron asesinadas por sus parejas, una en Sevilla y otra en Madrid, mientras que se investiga la muerte de una tercera también en Madrid después de que la dispararan. Son ya 13 las víctimas de violencia machista en menos de dos meses: 13. Y la noticia es que sigue sin serlo.
Repasando las cabeceras de los principales diarios; El País, El Mundo, La Vanguardia y el Ara, sólo aparecía el asesinato de dos mujeres en un mismo día en un pequeño recuadro en El Mundo. En los demás, nada. Tengo por costumbre escuchar también informativos en la radio y h. hubo que esperar hasta el final para oírla. No es noticia que ya sean 13, ni las dos en 24 horas, ni las 1.045 desde que se registran. El coronavirus se lo come todo cuando no hay ni una sola muerte en nuestro país. Es desesperante, es frustrante, es indignante. Es gritar en el desierto. Porque si los medios de comunicación no prestan la debida atención a un asunto tan grave estamos muertas, nos seguirán matando, acosando, violando, ninguneando mientras nadie nos oye ni nos atiende.
Es una emergencia. La violencia contra las mujeres es una emergencia y el goteo insoportable de víctimas no debe ser tolerado como una rutina a la que nos hemos acostumbrado como quien oye llover. Importamos. Cada vida importa y el silencio del periodismo es una vergüenza. En una semana se reivindicará el Día de la mujer el 8 de marzo y entonces sí, ese día todos abrirán con datos, con cifras, con hechos, con testimonios, con las manifestaciones. Ese día la mujer está en la agenda; el resto, no. Se nos invisibiliza, ni muertas somos noticia. Me enfurece este vacío que sólo servirá para perpetuar la violencia y que se haga crónica mientras estoy harta ya de escuchar cuáles son los síntomas del coronavirus. Nos merecemos atención, nos va la vida y la salud en ello, así que por mi parte seguiré levantando la voz allá donde pueda. Porque la cuestión no es que a mí me importe, sino cómo es posible que a vosotros no.
