El juzgado de lo penal número 4 de Pamplona ha condenado a dos años y un día de prisión al hombre de Valladolid que publicó en internet una foto de la joven madrileña mientras estaba siendo violada por los integrantes de La Manada la noche de San Fermín de 2016, según la sentencia a la que ha accedido EL PERIÓDICO. Es el primer integrante de la llamada ‘manada virtual’ que ha sido condenado. Ojalá que no sea el último porque se dedicaron a filtrar imágenes, el nombre, la dirección y el DNI de la víctima.
Alberto Quintana, así se llama, es el miserable que ha caído primero ya que el tribunal lo considera culpable de un delito de revelación de secretos en concurso con un delito contra la integridad moral y encuentra acreditado que, el 6 de diciembre de 2017, colgó en su perfil de Twitter una imagen donde se observa a la joven siendo vejada por José Ángel Prenda, uno de los cinco condenados a 15 años de prisión por la violación. Junto a la imagen, escribió un comentario: “La chica supuestamente violada por #LaManada ha pedido que no se difunda esta imagen porque quizá pensemos que solo era una golfa borracha…”. Quintana, que es de ultraderecha, no sólo no se arrepiente de lo que hizo, sino que ha accedido a hablar con El Norte de Castilla para defenderse por lo que él considera un abuso y confirmar que recurrirá la sentencia. “Simplemente publiqué una foto en la que se la veía haciendo un acto de tipo sexual y que cada uno puede sacar sus propias conclusiones. Esta sentencia es un abuso, sólo he puesto un tuit, no he matado a nadie”, declara al diario.
Sí. Existen tipos así y están entre nosotras. Foros donde se comparten vídeos y fotografías de mujeres con contenido sexual. Grupos de hombres tan asquerosos que han llegado a deshumanizar tanto a las mujeres que las consideran objetos, muñecas con agujeros, cosas para su placer y jolgorio. Y son tan zoquetes que ni siquiera se han enterado que divulgar imágenes íntimas de otra persona sin su consentimiento está tipificado en el código penal como delito. Alberto Quintana es uno de ellos y con su tuit ayudó a revictimizar a la chica violada a la que se podía identificar en la imagen. Su abogada, Teresa Hermida, reveló en el juicio que además de someterse a tratamiento psicológico, tuvo que abandonar sus estudios universitarios e incluso a mudarse durante más de tres meses a vivir al extranjero. Así de pernicioso, de jodidamente dañino, fue lo que hizo Quintana y otros como él.
La pena de dos años y un día de prisión y la indemnización a la víctima con 6.000 euros por el daño moral que le ha causado y a pagar una multa de 4.680 euros me parece poco castigo, pero es lo que hay. Además, tengo la sospecha de que Quintana no es recuperable. Ni con esta sentencia ni con otra. Sigue pensando que hizo bien, que tenía derecho, que ella es una golfa borracha, que no la violaron, que mintió y que los agresores sexuales han sido perseguidos, no se lo pierdan, por las feministas porque son españoles. En sus declaraciones a El Norte de Castilla así lo afirma: “Seré ultraderechista o seré lo que quiera la gente llamarme, pero con lo que no estoy de acuerdo es con la deriva feminista ideológica que se estaba generando en ese momento. Porque manadas ha habido decenas a lo largo del año y se puso el foco solo en esa porque eran españoles”. El tipo es admirador de Vox, claro está, y sabe muy bien que no está solo en su bajeza moral. De hecho, en las últimas elecciones Vox fue la tercera fuerza más votada, partido que también alerta sobre el peligro de la ideología de género y se opone a la ley de violencia de género. Así que los que siguen considerando que lo del partido de ultraderecha es una anécdota, más les vale espabilarse cuanto antes. Porque están aquí, entre nosotros, y es necesario plantarles cara día sí y día también. Nos va la vida en ello y no es una frase hecha ni una exageración. Ahí está la escoria de Alberto Quintana para demostrarlo.
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