Se llamaba Yulia, tenía 36 años y murió asesinada, degollada, por su marido en El Prat de Llobregat el pasado mes de diciembre y no le había denunciado pese a que la había agredido con anterioridad y fue atendida a finales de julio en Urgencias del Hospital de Bellvitge. Está contabilizada como la última víctima de violencia machista del 2019. Dejó tres menores huérfanos. El año que acabamos de despedir es el peor del último lustro con 55 mujeres asesinadas y se investigan otros tres casos. En el 2019 tres niños fueron también asesinados por las parejas o exparejas de sus madres y 46 menores se han quedado huérfanos. Sólo once de las víctimas había denunciado, y de ellas, cinco tenían medidas de protección en vigor. Estos son los fríos datos. Y son intolerables.
Sé que lo he escrito ya más veces. Sé que he utilizado el mismo adjetivo, intolerable, para calificar lo que sucede en este país. Sé que no estoy sola y que muchas más lo denunciamos artículo sí y artículo también con el riesgo de ser ‘pesadas’, repetitivas, que nos devanamos los sesos para enfocarlo de manera diferente para que así resulte más atractivo y que sea leído con la esperanza de despertar alguna conciencia. Sé también de la frustración que supone creer no haberlo conseguido y de la tentación de cambiar de tema. Escribir sobre Cristina Pedroche y su ‘vestido’ de Nochevieja, por ejemplo, o de algo parecido que sea polémico o ‘trending topic’, que genere clics. Salirse del tiesto y utilizar palabras gruesas, super airadas y coléricas que no dejen indiferente… y sin embargo, la semana siguiente volvemos a teclear sobre la última víctima de violencia machista empezando por su nombre y siguiendo por su edad, cómo murió, si tenía hijos y si había denunciado previamente sabiendo que no será lo más leído del día, que no generará debate y que lo más probable es que pase sin pena ni gloria.
Continuaré haciéndolo mientras pueda y me dejen ventanas abiertas en las que escribir de lo que yo quiera. La razón principal es la indignación, la furia que siento ante unas cifras que no son números, sino mujeres asesinadas y la perplejidad ante la masiva indiferencia cuando nos señalan que aumentan los casos y seguimos sin prestarle la atención debida ni asimilar esos números como un problema gravísimo que necesita soluciones urgentes, una revisión de la ley contra la violencia machista y la condena unánime y repulsión por parte de todas de quien niega que exista la violencia de género y de quienes pactan con ellos; es decir, de VOX, PP y Ciudadanos. Así que sí, seguiré dando la calda, seré pesada, repetiré el adjetivo intolerable y escribiré sus nombres, sus edades, si tenían hijos, si habían denunciado antes. Porque a mí me hierve la sangre. A mí me importa. Y lo único que no entiendo es por qué a ti no.
