La entrada en tromba de Vox al parlamento andaluz obliga a la izquierda a pensar. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué teniendo “la razón” la gente no nos escucha? ¿Por qué tanta gente votó a Vox? ¿Por qué tan poca nos votó a nosotros? Sin duda es un fenómeno muy complejo que requerirá pensar con calma. Pero la irrupción de Vox nos dice que vamos tarde y que hay debates que no se pueden posponer por más tiempo.
Los datos contradicen el discurso del establishment asumido por la izquierda: Vox gana por la inmigración, por el feminismo y por los catalanes que despiertan el fascismo. Cuidado con eso. Esta misma mañana ya hay quien propone, desde la izquierda, que “hemos sido blandos con la inmigración”, “hemos sido blandos con los catalanes” o“eso de ‘patriarcal’ no lo entiende nadie”. Es decir: la solución para cierta izquierda es asumir el discurso de Vox “porque si no nuestra gente los vota a ellos”. Pero los datos son claros: no ha sido “nuestra gente” la que ha votado a Vox. “Nuestra gente” se ha quedado en casa. ¿Por qué?
“Nuestra gente” sufre paro, precariedad y miseria y parece que ir a votarnos no le ha parecido útil para salir de esa situación. ¿Por qué? Puede ser que “nuestra gente” ya haya advertido que votar a unos u otros no cambia nada porque las decisiones sobre “los problemas que importan a la gente” se toman en otro lado. Es posible que “nuestra gente” no entienda mucho sobre las complejidades de la política monetaria europea, sobre los límites de déficit o sobre las directivas europeas pero es posible que perciba que la solución a sus problemas no vendrá solo de la “buena gestión” en los “ayuntamientos del cambio” o de “pactos de progreso” con el PSOE.
Sin saber muy bien porque, se ha desistido de hacer una enmienda a la totalidad de un sistema que no responde. Primero fue con la Monarquía y escuchamos a nuestros dirigentes decir que “ahora no es el momento de abrir ese debate” o “esta no es la preocupación de la gente” o “hay que ser responsables y no abrir debates inútiles” o regalarle Juego de Tronos al Borbón. Ahí está Vox, sacando votos del “a por ellos” impulsado por Felipe VI. Después fue la Unión Europea: ya no hablamos de “la troika” sinó que nos partimos la cara para vender a “nuestra gente” unos presupuestos del PSOE tutelados por Burselas como la “gran solución”. Por último, olvidamos a ese 15M que nació a la contra de todo el establishment mediático y nos convertimos en un actor más de su circo y ya solo queda Willy Toledo diciendole a la cara a Ferreras que él y su medio de comunicación pagado por el IBEX son cómplices, también, de Vox. No se puede ir directo de La Tuerka a la fiesta de aniversario de La Razón presidida por “los Reyes”. Ver a nuestros más revolucionarios líderes compadreando con los gurús del sistema tampoco nos acerca mucho a “nuestra gente”. Qué pinta Pablo Iglesias sonriendo en un acto de La Razón? Qué pinta toda la izquierda catalana riéndole las gracias al Conde de Godó?
Vemos a Trump denunciando la globalización y hablando de las ‘fake news’ de la CNN. Eso lo había hecho Chomsky durante décadas. Vemos a Salvini y Le Pen denunciando la austeridad de la UE. Eso lo había hecho el anticapitalismo durante décadas. Vemos a Vox poniendo a caldo a La Sexta, un medio pagado por el IBEX. Eso lo habíamos hecho en las plazas. Nosotros sabemos que esa gente no es la solución a ninguno de esos problemas, pero están señalando problemas que nosotros parece que hemos olvidado. ¿Nos dejaremos robar la tostada en España o aún estamos a tiempo de ser útiles a “nuestra gente” y apuntar al foco del problema?
La situación es muy compleja y habrá que pensar detenidamente. Seguramente en este artículo urgente se me escapan cosas. Hablemos. Pero ayer Vox nos avisó que vamos tarde. La Monarquia, la banca, sus medios de comunicación y una UE que se caen a cachos encima de la cabeza de “nuestra gente”. O vamos “a por ellos” o Vox viene a por nosotros.
