Duden de mi intuición. Porque debo explicarles que sí, que también caí con Umtiti. Nunca me pregunten a quién elevar a rango de futbolista que la romperá. Tengo poco olfato. Alguna he acertado, pero sepan que no es Coutinho mi único error de apreciación. A lo que íbamos. Sí, también caí con Umtiti. Ya antes de llegar, por lo que le había visto y por el precio por el que se le fichó, me pareció una enorme incorporación. Desde el primer día defendí con ahínco mi condición de umtititero. La irrupción del francés me permitió sacar pecho ante todos los que habían dudado, de nuevo, de mi intuición. Umtiti la rompió. Se afianzó como pareja de Piqué. Dada su juventud y proyección, teníamos central para años. Tras dos temporadas en el Barça, Francia ganó el Mundial disfrutando de un gran central zurdo, disciplinado, currante y con aires de líder. Renovado como culé y coronado campeón, Umtiti volvió al Camp Nou reducido a zurdo y con aires. Poco queda de su capacidad de currar, su disciplina y su etiqueta de gran central.
Perdida su fiabilidad en el césped y lastrado por su lesión de rodilla, Setién procuró recuperarle. No se entendía muy bien el motivo, pero el cántabro prefería apostar por Umtiti antes que confiar en el siempre cumplidor Lenglet. Un riesgo que requería de la mejor predisposición de Umtiti para llegar a buen puerto. Setién ya habrá abierto los ojos después de la nueva lesión de su apuesta. Nada más regresar al campo de entrenamiento, Umtiti se ha roto. Uno puede intuir lo mucho que habrá trabajado en casa confinado. Igual que ocurre con Dembelé, fiarse de Umtiti es deporte de riesgo. Su cromo es uno de los que se intentará utilizar en el mercado de intercambios al que nos ha abocado la pandemia. Y nadie, ni los umtititeros de origen, levantaremos la voz para alertar del posible error que se comete.
Perdida la fe en Umtiti, suenan las alarmas en el eje defensivo. Lautaro y Neymar pueden funcionar como cromos, pero no urgen como necesidades. Si llega el argentino, cuesta creer que siente a Luis Suárez en el banco. Existe pues el riesgo de pagar más de 100 millones por un jugador que, o bien arranca como suplente, o bien juega fuera de sitio. Si el que regresa es el brasileño, previo pago de una cantidad que debería considerarse pecado, el que se irá al banco es Griezmann, lo que debería llevar a más de uno también al confesionario. El Barça no debería olvidar su verdadero agujero. Piqué afrontará el tramo decisivo de la próxima temporada con 34 años. Lenglet es su único escudero. Umtiti está como está. Todibo es pieza de mercado. Quedaría Araujo. ¿Suficiente? No. Fichar delanteros garantiza focos, pero la necesidad está en la defensa. Frustrado por mi condición de umtititero, defiendo que la prioridad del futuro mercado debería ser el central. Claro que, como habrán intuído, soy ya el primero en dudar de mi intuición.
